Ejemplo de fuerza, superación y ganas de vivir

El que más y el que menos se queja cuando las cosas se tuercen, cuando duele algo. A todos nos entran ganas de abandonar una tarea cuando se pone un poco cuesta arriba, nos quejamos de nuestra suerte y nunca parecemos tener lo suficiente como para ser feliz. Es natural, es humano... Pero es en esos momentos cuando debemos acordarnos de gente como Toño, el monologuista del que hablamos la pasada semana en el blog, o de los Hoyt. Ellos son una familia australiana a la que conocí viendo la televisión mientras disfrutaba de mis vacaciones en Nueva York. Rick Hoyt, como Toño, nació con parálisis cerebral. A ambos se le enredó el cordón umbilical en el cuello durante el parto y la falta de riego en el cerebro durante unos minutos les dejó seriamente dañadas algunas partes de éste. Rick salió peor parado que el colaborador de "El Hormiguero", no podía hablar y tampoco pareía estar dotado de un gran talento, ni siquiera podía manejar su silla, pero tiene algo realmente único: un padre con un coraje colosal, Dick.

Desde que su hijo nació estuvo a su lado intentando educarlo como si se tratara de un niño perfectamente normal. Los avances eran desconsoladores, pero siguieron adelante y, finalmente, un grupo de ingenieros de la Universidad de Tufts consiguieron demostrar que Rick entendía lo que se le decía e incluso se reía a carcajadas cuando se le contaba un (buen) chiste. Idearon un sistema para que el niño pudiera expresarse con los limitados movimientos de su cabeza y éste le pidió a su padre que juntos participaran en un maratón a beneficio de un jugador de hockey que acababa de sufrir una parálisis debido a un accidente. Su papá nunca había corrido, pero decidió hacerlo empujando la silla de ruedas de su hijo. Terminaron los últimos, pero dieron el primer paso de una historia que hoy todavía continua, 32 años después.

Juntos empezaron a participar en distintos eventos deportivos y no han parado desde entonces. Recientemente, Dick (a sus 65 años) ha participado en una prueba del Iron Man, por supuesto, acompañado de su hijo. Para el que no lo sepa se trata de una prueba de esfuerzo máximo, la más dura para un triatleta: 4 km a nado, 180 km en bici y un maratón (42,195 m) a pie. Sí, una salvajada... Y más si lo haces empujando el peso de su hijo y su silla.

Pero la labor de ellos no ha terminado ahí, Rick se graduó por la Universidad de Boston como educador especial, trabaja en el Boston College ayudando a desarrollar sistemas de comunicación para discapacitados y ofrece charlas junto a su padre por todo el país

Que cunda el ejemplo de estos dos luchadores...

J.F. León